Prólogos

Liliana Golubinsky y la naturaleza humana

29 de abril de 2005 -El Punto de las Artes-
por Sela Del Pozo Coll


Existen muchas formas de lectura, sobre todo en Arte. Multitud de maneras de acercarse a aquello que ha de ser leído y aprehenderlo de forma que ese acto intimo de comunión entre la pieza y tu devenga en una experiencia extraordinaria. Lograrlo no es tarea baladí, antes bien requiere que las sensibilidades se hermanen para que, alcanzada esa comunicación por medio del arte, el enriquecimiento emocional e intelectual sea pleno.
Liliana Golubinsky ( Buenos Aires 1954) sabe de ello, conoce la forma mas pura de transmitir las emociones que motivan al artista a la hora de realizar su obra, el fin ultimo de sus trabajos. Para nosotros, el acto de leer una determinada pieza suya nos lleva a descifrar los valores que imbuyen los principios de su creación artística. Con una larga trayectoria a sus espaldas y una personalidad perfectamente definida, la argentina desarrolla en esta ocasión una serie de telas que nos imploran tiempo de contemplación, comprensión y profunda reflexión.
Sus esbozos de historietas cotidianas, caracterizados por sus trazos vividos y directos nos hablan de una manera de entender la pintura que toma como referente el mundo real, que busca dentro de la propia vida la inspiración creadora. Pero lejos de fomentar por ello una vena escapista y amable, Liliana afronta de una manera integral la condición humana y reproduce con igual intensidad cromática, temas variados que abarcan argumentos dispares.
Evocando batallas y personajes históricos del pasado, mezcla con colage y pasteles y construye escenas en las que sus personajes parecen autómatas, embebidos en una espacialidad inexistente pero de atronador peso para ellos. A todas acompañan graficas ininteligibles, retazos de la escritura automática que generara, en un momento determinado, la vorágine del éxtasis pictórico. Paseadores de perros argentinos, sirenas, acróbatas o enamorados...todos ellos realizados con una intensidad sorprendente conviven y descubren lo plural de nuestra naturaleza humana, tan frágil.